martes, 13 de noviembre de 2007

La prisión invisible

Conocí en julio pasado en Madrid a la periodista y activista tunecina Sihem Bensedrine., fundadora y portavoz del Consejo Nacional por las Libertades de Túnez (CNLT) y editora de la revista online Kalima. Había leído mucho sobre ella y me interesaba entrevistarla, así que aproveché que estaba en España para asistir al seminario "Libertad de expresión: las políticas de la mordaza" que organizó Amnistía Internacional en los cursos de verano de El Escorial de la Universidad Complutense, en el que ella participaba (junto al egipcio Gamal Eid y al marroquí Ali Lmrabet)

La entrevista, más bien una charla, fue muy larga, cuelgo sólo un extracto de lo que me contó (traducido literalmente y de corrido). Le pregunté en un momento dado si corre el riesgo de ser detenida de nuevo (estuvo encarcelada durante seis semanas en el 2001) y esto fue lo que me contestó:

"Han comprendido que es mejor meternos en la gran prisión que en la pequeña prisión, porque la gran prisión es invisible. Hace falta entender algo: el sistema tunecino no quiere la represión visible, prefiere la represión invisible. Cuando nos rodean de policías, nos impiden movernos, nos impiden entrar en nuestro propio despacho, es una prisión, no supone ningún coste político porque no hay nada, ninguna decisión, en cambio, cuando nos meten en prisión, hay algo visible. Eso pasó con mi caso en 2001, hubo una gran movilización en Túnez y en el extranjero y la factura que el gobierno pagó fue muy alta. No van a volver a hacerlo. Yo sé que no me encarcelarán, pero me están metiendo en otra prisión, porque cuando viajo a mi país sé que no me dejarán trabajar. Cuando te impiden tener recursos, que cuando vas a hacer una iniciativa privada -yo tenía un editorial y me la cerraron- , impiden a mi marido trabajar, si trabajo para otra empresa, la presionan y le dicen “si le dais trabajo tendréis muchos problemas”, y el empleador te dice “lo siento, señora, vinieron ayer y no podemos”, cuando tienes necesidad de recursos para vivir, para pagar el alquiler y criar a tus hijos, es algo peor que la prisión, y eso lo he vivido. Me confiscaron mi pasaporte durante seis años, y estuve casi cuatro sin empleo. No podía salir del país para trabajar, no podía trabajar en mi país, vivía en cuarentena y eso era peor que la prisión, y eso, políticamente, no les cuesta caro, porque formalmente nadie te prohibe trabajar, nadie te prohibe tener tu periódico, ¿quién te impide hacer lo que quieras?, no hay nada visible ni palpable, y ese es el sistema tunecino, es muy sofisticado, es algo muy represivo pero que no se ve y escapa a cualquier lectura clásica y tradicional y eso es lo que lo hace peligroso. Prefiero que me metan en prisión, porque eso es claro, todo el mundo lo sabe. Cuando entro en Túnez estoy en otra prisión, pero nadie dice que lo estoy: no puedo conectarme a Internet, no puedo usar mi teléfono, me desvían los fax, no puedo visitar a mis amigos, mis hijos no pueden ver a sus amigos, ¿qué es esto?, es una prisión que no dice su nombre, es una prisión invisible y nosotros vivimos en una prisión invisible. Cuando salí de prisión, me mandaron policías de civil que me pegaron en la calle y se fueron. Los conozco y se que son ellos que me controlan, pero cuando los demando me dicen que me pegó un delincuente. Nunca una investigación ha dado resultado, y yo se que son ellos. Varias veces han saboteado mi coche, pero ¿quién ha dicho que son ellos?, ¡eso le pasa a todo el mundo!; han robado dos coches a mi marido, pero ¿por qué dices que han sido los policías? Si quieres pedir a la asegurada que te devuelvan el dinero, necesitas el certificado de la policía conforme te lo han robado, pero si vas allí no te lo dan y entonces no te devuelven el dinero. ¿Por qué lo rechazan? Porque son cómplices.
Y eso no me pasa sólo a mí, sino a todos los periodistas y activistas, todos los que se mueven, los que cuestionan, los que testimonian. No quieren testigos molestos. Si testificas sobre lo que no funciona y escribes, te meterán en cuarentena, tu familia ya no te verá más. ¿Cómo te castigan? Tienen un equipo de policías tras tus pasos, verás a tu familia, a ti no te dirán nada, pero atraparan a tu familia y la interrogan. ¿Por qué ha venido? ¿Qué ha hecho, qué dicho? Si necesitas un crédito para tu casa, no lo tendrás. Si necesitas repuestos para tu coche, no los tendrás. Si necesitas una beca para tu hijo, no habrá beca. Castigan a tu entorno y al final tu entorno ya no quiere saber nada de ti: “Por favor, no vengas”, te dicen. Te ponen en una situación tal que al final de lo que tienes ganas es largarte: ya no soy un ser humano, soy un paria que no tiene ya ninguna vida social, y es eso lo que hacen. Zouhair (Yahyaoui, alias Ettounsi, editor de Tunezine) el disidente, murió entre otras cosas por eso, porque cuando salió de prisión pensó que era libre, y me dijo, ¿sabes que me dijo?: “Sueño con volver a la prisión”. Sus amigos, cuando lo veían cambiaban de acera, porque así que él les decía “buenos días”, los cogían, los llevaban a comisaría, los interrogaban, los pegaban, los metían en prisión a veces, por decir “buenos días”, y de repente ya nadie quería darle los buenos días. Imagina un joven que ya no tiene amigos y no puede hablar con nadie, se vuelve loco, él estaba mal, ¡y murió de una crisis cardiaca a los 30 años! (36) Es una tortura, y es eso lo que quería decir, es un sistema tan sofisticado, que murió solo, pero ¿cómo se prueba que se ha hecho algo? ¡No hay nada!"

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