viernes, 27 de abril de 2007

El único refugio (II)

Ali Asali es el pseudónimo del editor y uno de los fundadores de GayEgypt.com, la principal fuente de información sobre la comunidad gay en Egipto. La web se creó en Egipto en mayo del 2000, después de que Ali y otro compañero suyo fueran testigos impotentes de una primera redada en la discoteca del Queen Boat, un local flotante anclado en la acomodada isla de Zamalek, no muy lejos del Hotel Marriot. Los primeros textos y mensajes se mandaron desde cybercafés del Cairo, siempre sentados ante ordenadores que quedaran ocultos a la vista de los otros usuarios. El sitio se convirtió no sólo en una plataforma de contacto, sinó que pronto sus autores empezaron a recabar y solicitar información sobre torturas y a denunciar las acciones de las fuerzas de seguridad. Meses después y tras la detención de dos internautas gays, sus fundadores decidieron exiliarse al extranjero.

"Empezamos en el 2000, tras un primer raid en la discoteca del Queen Boat, sobre el que no se escribió. La redada más infame tuvo lugar en mayo del 2001, pero ésta primera ocurrió un año antes, y mucha gente fue arrestada y algunos golpeados con brutalidad en el pavimento de la Corniche", explica Asali por email desde Londres. "Así que desde el principio, la web no fue sólo una guía para gays en Egipto sinó también un lugar para archivar noticias y temas sobre derechos humanos". En la época, un gran anuncio se leía nada más entrar en el sitio: "Atención, la policía de la seguridad del Estado podría estar controlándote. Procura no conectarte siempre desde el mismo ordenador".

El llamado caso Queen Boat 52 tuvo lugar el 11 de mayo de 2001. De madrugada, la policía efectuó una redada y detuvo a más de 50 hombres, que fueron más tarde torturados y pegados. Durante las semanas que siguieron, la prensa publicó los nombres, las direcciones y los lugares de trabajo de los arrestados, así como sus fotografías y los acusó de todos los crímenes imaginables, desde trabajar para Israel a adorar el diablo.

Durante los cuatro meses que duró el proceso, EgyptGay jugó un papel determinante para dar a conocer al caso a nivel internacional. Asali coordinó el apoyo y la información sobre lo que estaba pasando. Consiguió inundar las embajadas egipcias de todo el mundo de miles de cartas y colapsar el servicio de correo de la presidencia y el ministerio del Interior egipcio. En una entrevista al Middle East Times en agosto de ese año, Asali situó la redada en el contexto del crecimiento del islamismo político y como "una maniobra de distracción" de la crisis ecónomica, el paro y la pobreza. La homosexualidad, señaló, es común en Egipto y las autoridades hasta entonces habían hecho la vista gorda.

Hossam Bahgat, director de la Iniciativa Egipcia para los Derechos Individuales , dijo en una ocasión que le preocupaba más la actitud de la sociedad egipcia frente a la homosexualidad que no la del gobierno. De hecho, Bahgat fue uno de los pocos activistas de derechos humanos que defendió a los hombres detenidos en la redada del Queen Boat. La homosexualidad es tan tabú que hasta las ONG evitaron implicarse. No hace mucho, su organización fue acusada en un diario local de defender "a los pervertidos".

Al contrario que en otros países musulmanes, la homosexualidad no está de hecho penada por ley en Egipto y los detenidos son frecuentemente acusados de libertinaje (fujur) dentro del marco de una ley del 1951 sobre la prostitución. La reputación del país y la protección de los valores morales son otros asuntos que se invocan para reprimir a los gays. Las relaciones homosexuales no son infrecuentes, pero están cada vez peor vistas. Como subraya Asali, los egipcios ven la homosexualidad como una señal del declive moral del país y como una debilidad importada de Occidente. GayEgypt recibe emails en los que se acusa al sitio web de formar parte de una conspiración sionista contra Egipto.

Seis años después del Queen Boat, poco parece haber cambiado. Aunque no ha habido redadas espectaculares como las del Queen Boat, los homosexuales viven en silencio y sigue habiendo detenciones. Según HRW, hubo 46 juicios entre 2001 y 2004, pero hay quien los contó en 400. En muchos de los casos, la policía utilizó Internet a modo de trampa. Usando pseudónimos como "Raoul" o "Bennis", los agentes establecieron contacto y se citaron con distintos hombres, a los que arrestaron. Los mensajes que se intercambiaron online -algunos falseados- sirvieron como prueba de la acusación.

GayEgypt aconseja a sus lectores ser siempre discretos y tener en cuenta los peligros potenciales. "Seguramente estaréis al tanto de que la seguridad del estado y la policía del sexo están metidos en una campaña para intidimidar y meter en prisión a los homosexuales", explica la web a los potenciales turistas extranjeros. "Sus tácticas cambian constantemente. Sed cuidadosos y no os convirtáis en víctimas". Bajo el título "evitando a la policía del sexo cairota", un apartado advierte que la policía está en guerra con la comunidad gay, aconseja sobre los lugares más seguros -aunque ninguno lo es- y recomienda qué hacer en caso de ser detenido: no confies en promesas de liberación a cambio de una confesión; no seas ni muy sumiso ni muy agresivo; no hables, sólo da tu nombre y di que eres inocente; no mires directamente a tu interrogador, será más fácil que sepa cuando mientes; véngate y haz gestos obscenos cuando no te vean, te ayudará a sentir que no eres una víctima impotente; la policía te dirá que tus amigos te han traicionado: es una estrategia de interrogación estándard para que los traiciones tú...

Por supuesto, la reislamización conservadora de la sociedad egipcia ha perjudicado la agenda gay. Una muestra de ello fue el estreno el año pasado de la película "El Edificio Yacoubian", de Marwan Hamed, basada en la novela del mismo título de Alaa al Aswany, uno de cuyos personajes es un periodista francófono homosexual. Asistí al estreno para la prensa y me sorprendieron las risitas histéricas que generaron las escenas homosexuales así como los aplausos -no generales- que suscitó la muerte del personaje gay a manos de su amante, un soldado llegado al Cairo desde el campo. La película tuvo una acogida similar en las salas, pero habría esperado algo distinto de un público compuesto sólo por periodistas.

Creo que la película, la más cara de la historia del cine egipcio, consiguió unos buenos resultados de taquilla y como la novela de Al Aswany, el bestseller árabe de los últimos cuatro años, sobrevivió indemne a la censura. Mostafa Bakry, editor del periódico Al Osboa (la semana) y diputado, promovió una moción en el Parlamento para que se suprimieran las escenas de la película "que extienden la obscenidad y el libertinaje", pero aunque recibió el apoyo de 112 diputados no llegó a prosperar.

Por una de esas coincidencias afortunadas, entrevisté al veterano guionista Wahid Hamed, padre del director y autor del guión adaptado de la película, al día siguiente de que Bakry presentara la moción. El asunto de la entrevista eran los musalsalat, las telenovelas árabes, género en el que Hamed ha hecho algunas de sus mejores obras. Lo encontré en su "oficina" del bar del Hyatt, donde suele sentarse en una mesa y escribir -a mano- cada mañana mientras disfruta de las maravillosas vistas al Nilo. Ese día, sin embargo, no escribía, leía los periódicos con el ceño arrugado, escandalizado. No recuerdo con exactitud qué me contó, tengo que buscar en mi libreta de notas, pero sí que consideró que la sociedad egipcia es básicamente hipócrita. En su opinión, el escándalo sobre las escenas homosexuales no tenían otro objetivo que distraer de otros muchos asuntos, muchos más importantes, que abordaba la película: corrupción política, tortura policial, hipocresía religiosa...

En una entrevista posterior con Qantara, Hamid considera "ridículo" y "extraño" que miembros del parlamento dijeran que las escenas homosexuales eran inmorales, perjudicaban la imagen de Egipto o no podían reconciliarse con la religión. Cabría esperar algo distinto de gente que se supone que tiene un cierto nivel intelectual, añade.

La reflexión, la misma que me hice yo cuando el film se presentó en el Cairo para la prensa, me ha recordado lo que le pasó hace poco a Mohammed, un bloguer gay de Jordania, cuando solicitó que su blog fuera incluido en Qwaider Planet, un punto de encuentro online de todos los blogs del país. Su solicitud generó un acalorado debate entre los miembros de la web, y un larguísimo intercambio de comentarios entre los partidarios -pocos- y los detractores -la mayoría- de aceptarlo. Al final, votaron y acabaron rechazándolo.

"Esperaba opiniones más abiertas de la blogosfera jordana", me contó cuando le pregunté por ello. "Los que usan aquí Internet son los más educados, los que se supondría que habrían de aceptar más fácilmente la existencia gay en Jordania. Me sentí muy triste cuando me rechazaron, pero no sólo por el resultado de la votación. He empezado a preocuparme por el 97% restante de jordanos que no utilizan Internet y que se suponen que son más conservadores que la gente rica que votó en Qwaider Planet. ¿Qué harían conmigo si descubrieran mi realidad? ¡Me matarían sin pensárselo".

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