sábado, 31 de marzo de 2007

Rompiendo el Silencio

Entré en contacto con la blogosfera saudí en el 2005, cuando preparaba el reportaje "Dissidència a la xarxa" para el diario Avui. Entrevisté entonces a Ahmed, el autor de "Saudi Jeans", uno de los más destacados bloguers del país. Estudiante de Farmacia en Riad, de 21 años, Ahmed escribía por aquel entonces bajo el anonimato. Con el tiempo decidió desvelar su identidad, aunque a costa, como reconoció, "de pensarse dos veces" ahora lo que dice. Ahmed al Omran, así es como se llama, ha sido entrevistado desde entonces innumerables veces y su foto ha salido publicada en distintos medios locales e internacionales.

No es exagerado decir que Ahmed y su amiga Farah Aziz fueron pioneros en el uso del blog en Arabia Saudí. Más tarde, y gracias a la recomendación de la bloguer israelí Lisa Goldman, descubrí que las mujeres saudís se habían apuntado en masa a la blogosfera y que los diarios online femeninos habían empezado a proliferar como setas en la red. Me interesó, los leí y me sorprendí por la frescura, la gracia y la franqueza que destilaban. Decidí entrevistar a algunas de ellas por mail, y La Vanguardia se interesó en el reportaje. Muchas de ellas respondieron. Cuelgo la primera versión que escribí del reportaje, publicado en una edición mucha más reducida en febrero del 2007.


Rompiendo el silencio
Internet y las nuevas tecnologías de comunicación están abriendo fisuras en el apartheid sexual que impera en Arabia Saudita. Cada vez más mujeres anónimas utilizan los blogs para expresarse libremente, denunciar la discriminación y exigir sus derechos. Un clamor online que rompe con años de silencio.


Jo se crió en Inglaterra pero hace cuatro años regresó con su familia a vivir en su país natal, Arabia Saudí. La vuelta a Riad para esta joven de 24 años fue dura. Tuvo que adaptarse a las estrictas restricciones que impone el wahabismo saudí, una de las interpretaciones más rígidas del Islam. “En Londres llevaba una vida más o menos independiente. En Riad, hasta para ir al supermercado tengo que pedir permiso y si me lo dan, me acompaña algún pariente para supervisarme, incluido mi hermano menor, ¡que sólo tiene diez años!”, explica con amargura. Su sueño es regresar a Londres y abrir una enorme librería.
Encorsetada en una de las sociedades más conservadoras del mundo, Jo se ha refugiado en Internet. El correo electrónico le permite escribirse con sus amigos y el móvil hablar con del otros sexo mientras fuma cigarrillos en el terrado de su casa. Hace un año y medio, descubrió el mundo de los blogs, los diarios personales colgados en la red, y decidió empezar uno en inglés. En A thought in the Kingdom of Lunacy, ventila sus frustraciones. “El blog me mantiene cuerda; es una de las pocas cosas que controlo de mi vida”, explica en un intercambio de mails.
Jo no es un caso aislado. Como ella, decenas de jóvenes saudís han tomado Internet por asalto y han convertido sus bitácoras online en un caballo de Troya capaz de abrir fisuras en la muralla del silencio saudí. En un país donde tienen prohibido conducir, han de cubrirse para salir a la calle, necesitan el permiso de su tutor para estudiar, viajar, operarse y casarse, las mujeres han encontrado en la red un espacio insospechado de libertad para expresarse. Los hombres también. El boom ha sido especialmente fuerte este último año: ahora mismo existen entre 500 y 600 blogs en el país, más de la mitad escritos por ellas.

Censura en Internet
Las nuevas tecnologías de comunicación están cambiando los hábitos de los jóvenes saudís. La irrupción de la televisión por satélite, a principios de los 90, dejó de blindar a la sociedad contra las influencias exteriores y desveló a los que no pueden viajar cómo es la cultura internacional. Internet se convirtió pronto en una fuente de información alternativa y una herramienta para evadir la censura. “Si no fuera por la televisión por satélite e Internet, los saudís no estarían al tanto de muchos asuntos, algunos importantes para ellos”, apunta Aya, que desde Estados Unidos, donde estudia, escribe Alien Memoirs, un blog ecléctico y lleno de anotaciones interesantes. La peor exportación americana, asegura, es McDonalds y la mejor, el individualismo.

Consciente de que Internet es un espacio difícilmente dominable, el reino saudí restringió su uso hasta 1999, cuando pudo controlar el acceso a la información y a contenidos como la pornografía, el proselitismo religioso y la propaganda contra el status quo. Un decreto del 2001 prohíbe acceder o publicar contenidos prohibidos: los que violan la tradición islámica, la decencia pública o fomentan la violencia y la propagación de ideas subversivas. El sistema de filtraje es uno de los más rigurosos, sofisticados y caros del mundo, pero también uno de los más transparentes. El guardián de la ortodoxia en la red, la Internet Services Unit (ISU), explica en su página web su filosofía y facilita formularios para que el público se convierta también en censor y solicite que se prohíba un portal. La lista negra incluye más de 400.000 webs, entre las cuales las que aluden a los derechos, la salud y la vida íntima de las mujeres.

Como en el caso de la telefonía móvil, los jóvenes saudís se apuntaron con entusiasmo a la red y especialmente las mujeres, que suponen ya un tercio de los usuarios del país. En 2003 ya había 1.6 millones de internautas y más de siete millones de líneas de telefonía móvil, el doble que de terrestres. Antes que los blogs, los fórums y los chats rooms causaron furor y permitieron a los jóvenes discutir sobre temas que les importan: política, religión, arte, música o relaciones personales, ya sea desde una perspectiva liberal o extremista. “Muchos saudís son adictos a los chats, porque necesitan expresarse y comunicarse”, opina Hatoon al-Fassi, intelectual liberal y destacada feminista saudí. “La pantalla del ordenador es una puerta de salida a la falta de libertad y a la represión. A través de los chats, los internautas escapan a las leyes de la sociedad, imponen sus propias reglas y crean su propia comunidad”.
Los blogs llegaron tarde a Arabia Saudia, hace apenas dos años, pero proliferaron rápidamente. La tecnología blog es sencilla y accesible, basta con tener un ordenador y una conexión a la red. Saudi Jeans, de Ahmed al Omran, estudiante de Farmacia de Riad, Farah Sowalef (Chismorreos de Farah) de Farah Aziz, una provocativa estudiante de Traducción, y The Religious Mutawa (El Policía Religioso), escrito por un saudí desde Londres, fueron algunos de los pioneros y son ya clásicos en la “literatura” online del país.
Saudi Blogs, la comunidad saudí de bloggers que crearon el año pasado Al Omran y Aziz, organiza reuniones informales entre sus miembros y contiene un agregador que ya tiene listados cerca de 300 diarios. Los hay para todos los gustos, escritos en árabe, en inglés o en una mezcla de los dos idiomas. Desde los que se dedican a contar sus reflexiones y vivencias cotidianas a los que inciden en los comentarios políticos o el análisis de la situación en Oriente Medio. En su conjunto, reflejan cómo vive la nueva generación de saudís, sus preocupaciones y las barreras a las que los restringe su sociedad y lo hacen a través de un lenguaje directo y desenfadado, a menudo muy sarcástico.
En manos de algunas mujeres, las bitácoras online son una vía para denunciar la discriminación y participar en los asuntos públicos. “Cuando empecé mi blog, no sabía exactamente qué hacer con él. Pero luego, se convirtió en una herramienta para expresarme sobre todo lo que me molesta. Descubrí que era más fácil escribir sobre ello que decirlo. La belleza de los blogs es que nadie puede impedírtelo”, explica Aadi, el pseudónimo de una chica de 23 años licenciada en Arte. “Es reconfortante saber que nada está fuera de nuestro alcance. Es una libertad absoluta”, coincide Ubergirl (Supermujer), una estudiante de literatura inglesa de 19 años que dedica su blog a “vociferar su enojo” y a denunciar sin pelos en la lengua lo que califica sencillamente de “apartheid sexual”.
Como en el de Ubergirl, en algunos blogs femeninos la crítica es incisiva y atrevida. Ningún tabú queda en pie: la prohibición de conducir; la insidiosa tarea de los mutawa (policía religiosa); los matrimonios pactados, las relaciones con los padres y hermanos, o la falta de diversiones. “Me pone enferma que las mujeres tengan que vestir de negro de la cabeza a los pies. Estoy harta de no poder reír fuerte en público, de no tener ni una librería ni una tienda de música decente”, escribió Ubergirl el año pasado. “Harta de que los hombres me miren el pecho, de no tener nunca nada que hacer, de tener que ser paranoica las pocas veces que puedo salir de casa porque estoy en el punto de mira de los mutawas. ¡Estamos anclados en el año 1804!”.

Anonimato
La capacidad de influencia de los blogs saudís es limitada, ya que la tasa de penetración de Internet en el reino no llega todavía el 15% de los 24 millones de habitantes. Aún así, algunos blogs se están haciendo oír y han captado la atención de la prensa internacional.
Convertidos en una especie de embajadores alternativos de su país, los diarios online están ofreciendo una imagen de Arabia Saudita que va más allá de “la tierra del desierto y los camellos, el petróleo y Osama Bin Laden”, el estereotipo que denuncia Al Omran. “Arabia Saudí es un país muy cerrado y la gente es muy reservada, sólo los saudís lo conocemos y podemos explicarlo. Hace sólo cuatro meses que abrí mi blog, y me lee gente de hasta 17 países”, explica Mashael Aljaheri, autora de The world and a Saudi girl (El mundo y una chica saudí).

Sin embargo, la libertad con la que se expresan los blogs saudís, y especialmente los femeninos, reside en gran parte en el anonimato. “En los blogs las mujeres pueden expresar sus opiniones anónimamente, sin miedo de que las regañen o las sancionen. Eso les permite discutir abiertamente sobre religión o relaciones personales, mientras que su entorno social las silencia”, subraya Aya. “Espero que llegue un día en el que las bloggers puedan usar su identidad real sin miedo a las consecuencias”.
No es así de momento. Ninguna de las bloggers entrevistadas para este artículo quiere dar demasiados datos personales. Tampoco Aya, que en su blog se presenta como una “alien”, una extranjera, un bicho raro, tanto en Estados Unidos como en su propio país. Sólo algunos hombres, como Ahmed Al Omran, han decidido con el tiempo revelar su identidad, pero a costa de pensarse ahora dos veces lo que escribe.
Mystique, autora de uno de los blogs más leídos, revela tan sólo que es mujer, sagitario y está en la mitad de los veinte; le gusta el arte y la literatura; nació y vive en Jeda, la ciudad más liberal de Arabia Saudí, y sueña con ser escritora desde pequeña. Nada más. “Quiero permanecer anónima, porque creo que estoy tocando temas muy tabú para la sociedad saudí, sexo, religión y derechos de la mujer. Nuestra sociedad es muy pequeña, y no quiero que los fanáticos religiosos me acusen de ser una vergüenza”, explica.

The Emancipation of Mystical Thoughts, el blog de Mystique, es muy abierto para los estándares saudís. Lo que la diferencia de las demás es que usa la ficción como vía para expresarse. Escritora en ciernes, empezó a colgar en Internet sus poemas y cuentos. En la serie “él/ella”, inspirada en sus experiencias personales, las de sus amigas o lo que ve a su alrededor, refleja cómo es la vida de las mujeres saudís y aborda los detalles más íntimos de una relación. Si la novela “Chicas de Riad” de la saudí Rajaa al-Sanei, causó escándalo cuando se publicó, algunas entradas de Mystique provocan el furor de los internautas más puritanos. Los blogs están abiertos a los comentarios de sus lectores, y Mystique recibe muchas críticas e insultos, aunque también mensajes de apoyo.
Su escrito “Despotriques de una mujer árabe” generó un vivo debate online. “Nazco, un hombre elige mi nombre / Me enseñan a apreciar que no me entierre viva / Aprendo lo que él quiere que sepa / Me caso con quien él quiere que me case / Como lo que él quiere que coma / Si él muere, otro hombre controla mi vida”. Jo fue una de las lectoras más encendidas y rechazó con virulencia algunos comentarios, que lo consideraron exagerado o demasiado feminista. “¡La cuestión es que las mujeres saudís no son libres de tomar sus propias decisiones!”, escribió molesta.

Gracias a Dios por el móvil
Más allá de las discrepancias, el debate suscitado por Mystique es un ejemplo de que algo está cambiando en Arabia Saudí y de que un espacio social alternativo está tomando forma, aunque sea virtual. ¿Qué pasa con la segregación de sexos cuando hombres y mujeres intercambian opiniones online sin mutawas que los reconvengan? El wahabismo, una mezcla entre leyes religiosas y tribales, proscribe el ikhtilat, es decir, que los dos sexos se mezclen e interactúen en público. Como consecuencia, no hay cines, las universitarias siguen las clases de sus profesores a través de un circuito cerrado de televisión, los novios celebran sus bodas por separado y los chicos tienen prohibido el acceso a los centros comerciales. La separación es tan estricta –más en Riad que en Jeda- que incluso las cadenas estadounidenses McDonalds y Starbucks mantienen espacios diferentes para los solteros y para las mujeres y sus familias. No es extraño, así, que muchos jóvenes se escapen el fin de semana al vecino Bahrein, mucho más liberal aunque culturalmente muy parecido.

Hombres y mujeres se las ingenian, sin embargo, para comunicarse. Las nuevas tecnologías se han convertido en los últimos años en un arma especialmente eficaz. “Tanto si a los religiosos conservadores les gusta o no, Internet y la telefonía móvil están acercando más que nunca a ambos sexos y, por lo tanto, asestan un golpe a la segregación en el reino”, opina Aya. “Lo he dicho un millón de veces: gracias a Dios por los teléfonos móviles, son realmente el único medio seguro para poder contactar con los hombres”, añade Jo. Más pesimista, Ubergirl opina que las nuevas tecnologías están facilitando las cosas, “pero nada realmente está cambiando”.
Controvertida en este sentido fue la introducción hace dos años de los móviles con cámara y bluetooth, tanto que la Comisión para la Prevención del Vicio y la Promoción de la Virtud intentó prohibirlos. La tecnología bluetooth detecta a otros móviles que la tengan y permite transferir números de teléfono, mensajes o fotografías. En otras palabras, ligar más fácilmente. Basta conectar el sistema y ver si alguien a pocos metros de distancia lo tiene activado también. “Usar el bluetooth es mejor que intentar pasar el número de teléfono a las chicas a través de las ventanillas del coche”, explicaba Rakan, un universitario de 20 años al periódico saudí Arab News. “Así me aseguro de que ella elige aceptar mi número y no me impongo a nadie”.
A través de los blogs, hombres y mujeres pueden también relacionarse y compartir ideas, aunque todavía no cara a cara. Mystique, que fundó el blog Good Morning Jeddah con otros bloggers, conoce personalmente a las chicas pero mantiene “una amistad online” con ellos. Aunque las reuniones informales entre bloggers se han puesto de moda, cada sexo celebra las suyas por separado.

Guerra civil en la blogosfera
Bloggear es una vía de escape pero no un camino de rosas. En el mundo árabe, abrir un diario online puede entrañar riesgos personales. El panorama para la libertad de expresión no es alentador: En Egipto, que Reporteros Sin Fronteras sitúa junto a Arabia Saudí entre los 13 países enemigos de Internet, hasta seis bloggers han sido arrestados en los que va de año por las opiniones políticas o religiosas que han expresado en sus páginas. ¿Bloguear o no bloguear?, esa es la cuestión que debaten muchos internautas.
En Arabia Saudí, los bloggers liberales tienen que afrontar una censura adicional a la de la ISU: la de los bloggers más conservadores y puritanos, unidos en la llamada “Comunidad oficial de Bloggers saudís” (OCSAM), que arremete contra cualquier blog que critique el Islam, abogue por el laicismo u ofrezca una “mala imagen” del país. La OCSAM solicitó este verano el bloqueo de Saudi Eve, el diario de una mujer soltera de treinta años, que tuvo la osadía de escribir una entrada en árabe hablando de sexo y religión. Desde entonces, ha dejado de escribir.
En el caso de las mujeres, la represión funciona también a nivel doméstico. Jo ha tenido que dejar de bloguear en varias ocasiones porque su familia le prohíbe conectarse a Internet. “Espero que le pase lo mismo al resto de la peña”, se regodeó el autor de Te Verde, fundador de la OCSAM, cuando Jo anunció que estaría de baja una temporada. “Que día más bonito, ¡repleto de buenas noticias!”.

3 comentarios:

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